... sigo deseando que no me prendas etiquetas por lo que no sabes de mí... si acaso por lo que ya sabes... y si a pesar de lo contado... si a pesar de haberte invitado en un viaje por parte de mi vida, insistes, ¡hazlo!... de tu juicio siempre sacaré algo positivo.
Quizás aquejado de retraimiento pienses que es redundante y pretencioso escribir siempre sobre uno mismo, sobre las vivencias almacenadas en los desvanes de la vida, sobre los posos que se han depositado en los fondos del ser... y entiendo tu indignación: ¡Todos llevamos penas en el corazón, y no las vamos contando por ahí, y en todo momento!... ¡todos hemos sufrido abandonos, soledades, miedos!...: ¡Qué me interesa a mí tu vida, si yo también...! Conozco esa rabia, ese grito de desesperación de que nadie nunca supiera de tus ocultos sentimientos; de que una gruesa capa de tiempo fuera tapando poco a poco las confesiones de una existencia que quisiéramos contar; de sentir la imposibilidad de no poder abrir la compuerta de las emociones porque el mecanismo de apertura se estuviera oxidando; de turbarnos con sólo pensar en desnudar el ser, de dejarlo en carnes vivas en la imtemperie a la visión de los demás; conozco esa incertidumbre pues ha sido mi compañera de viaje siempre desde que reprimieron mi inocencia y me robaron el horizonte, incluso después de encontrar la mitad que me faltaba: nos han hecho tanto daño que nos habíamos fabricado una coraza con la que nos hemos revestido y la hemos apretado hasta casi cortarnos la respiración sin que lo notaran los demás, sintiendo "verguenza" de que los más cercanos se apercibieran de nuestras carencias afectivas; conozco esa continua sensación de frustración ante la indiferencia de los demás a "tus" escozores; en multitud de ocasiones me he sentido como tú: desahuciado, incomprendido, con la impotencia de no poder expresar lo que realmente sentía por dentro, de no poder lanzar hacia fuera todo el desasosiego acumulado durante tanto tiempo; conozco muy bien como es el ser herido muy tierno en el desamor.
Ahora a un año de haber aperturado el candado que apretaba mi coraza, de poder respirar sin que se opriman los costados, de poder tomar aire a raudales por donde se ha colado el bálsamo de las confesiones que curan heridas... ahora a un año de que haya empezado a fluir el magma de los sentimientos reprimidos, me he sentido inmensamente aliviado, como el que hundiéndose en la tierra por el peso de las vivencias guardadas a cuestas ha empezado a soltar lastre para ir más ligero y poder seguir caminando... ahora al cabo de un año he tirado la llave del candado de la coraza --que guardaba por prevención-- al fondo de la alcantarilla para no recuperarla, para no utilizarla más; tú también debieras desprenderte de la tuya.
Y te embargará la duda como a mí: ¿A quien diántres le importa lo que yo...? antes de decidirte tímidamente a comenzar a contar tu vida... y una vez hayas puesto negro sobre blanco te azorará la incomprensión de aquellos que juzgan sin querer saber que, a corazón abierto, cualquier historia es un tesoro que se nos regala... los mismos que te dirán que la crónica es confusa y farragosa, esos que son incapaces de percibir que en estos casos prima la lectura de la mente antes que la de la mano, los que no entienden que a menudo es difícil que vayan en sintonía los pensamientos con la pluma que los escribe... y si ésta se extiende en el relato otros te dirán que es demasiado largo, que le aburre tanta leyenda, acostumbrados a leer no más allá de los cuatro párrafos en abreviaturas de sus "tuits" encajados en un número limitado de caracteres sin que pueda pasarse de ellos, y a fuerza de comprimirlos han estrechado las sílabas, las palabras, las frases... los deseos que han quedado aprisionados como jeroglíficos, camuflados en signos que se repiten, y en esa infinita sucesión de símbolos se pierden las confesiones, las confidencias, los desahogos, los alivios... y a falta de frases que expresen sentimientos sustituyen las palabras por signos codificados que repiten y repiten --cuántos más significantes se pongan más énfasis, al parecer, en el significado-- sin que se entienda bien la verdadera intención... es tán fácil y cómodo como inútil: basta con mantener apretado un tiempo el mismo click del teclado... los mismos que, al contrario, si son capaces de leer de un tirón las zafias peripecias --escritas en un libro en clave de memorias-- de un televisivo seudo-tertuliano de delirantes intimidades propias y, sobre todo, de las ajenas. Es la servidumbre del tiempo que vivimos... la misma que juega a nuestro favor ofreciéndonos ese infinito canal de comunicación --Internet-- que se ramifica por todo el orbe; te sorprendería si te contara desde qué sitios lejanos del mundo escrutan los sentimientos que escribo entre renglones. Pero todo esto no debiera perturbarte.
Tampoco debieras atender a cantos de sirenas que abogan por las modas, lo temporal, lo efímero, lo oportunista... tachando la narración de antigua, de sensiblera, de poco mordaz. En este tiempo ácido en el que lo que vende no es sólo ser canalla, sino el más canalla de todos hasta rayar la descalificación y si ésta llega al insulto, más cuota de popularidad entre la caterva de un público de redil que jalean con fuerza al más villano; basta con asomarse a algunos de esa infinidad de foros virtuales para darse uno cuenta de la iniquidad. No debe afectarte que en este tiempo de latrocinio extendido tu honradez y tu solvencia como persona basada en el esfuerzo y en el trabajo sea "avis rara", una antigualla que como poco no entienden y desprecian... no importa: "Ladran, luego cabalgaremos"... tú a lo tuyo: a aliviar el alma que es un ejercicio muy recomendable... para aquellos destilaremos esa fina ironía que ya descubrimos leyendo a los clásicos; nosotros compartiremos con otros: memoria, imágenes, sueños, recuerdos, emociones y sentimientos, experiencias que no tienen tiempo.
Y se extrañarán de que no quieras publicidad, que no te importe el dinero, que no sea una prioridad ir batiendo records de cifras de lectores... de que aprecies sólo el sentimiento aunque sea el de un lector... y así mientras haya una sola persona que se emocione leyéndote continuarás ilusionado escribiendo en tu blog.
¡Ah!, y si por caso aún dudas de abrirme tu pecho, te diré que hoy, al cabo de un año de iniciar el blog, sigo sintiendo el mismo vértigo del principio a la exposición pública de los sentimientos.
A esos especiales seres heridos muy tiernos en el desamor que no se atreven a desnudar el alma, pero que en su fuero interno lo están deseando: ¡¡Aliviaos!!
FranciscoMolinaGómez
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