viernes, 18 de octubre de 2013

DESCUBRIENDO EL GENIO DEL LUGAR






El genio del lugar (el genius loci de los clásicos), es un antiguo concepto romano: "Cada ser independiente tiene su Genius, su espíritu guardián", que guarda relación con el Daimon griego: "Es de una gran importancia existencial tener buenos términos con el genio de la localidad donde la vida tiene lugar"; aunque para el hombre urbano moderno: "La familiaridad con el medio natural se reduce a relaciones fragmentarias que lo llevan a tener más una identificación con las cosas artificiales hechas por el hombre como son las calles y las casas".






En mis largas caminatas las tardes de los viernes recorriendo Madrid, procuro aprehender ciertos fenómernos visuales que pródigamente me muestra esta gran urbe. Compruebo con bastante frecuencia la disociación entre los numerosos monumentos y estatuaria con el entorno en el que se hallan extrañamente ubicados. Esto no sucede en la plaza de España; aquí la conjunción monumento-edificio de fondo es fuertemente atrayente: diría que en su trazado y configuración hay por su creador intención de provocar misterio, no en vano ha organizado un recogido ámbito urbano de descanso y disfrute de la naturaleza apoyado en un marcado eje este-oeste que pasa por el centro del edificio "España" y atravesando el centro de gravedad del monumento a la gloria inmortal de Cervantes se pierde en el límpido cielo del parque del Oeste, y, por extensión, en el ecosistema de la Casa de Campo.

Situándose en este eje (baldosa trece desde el bordillo del estanque donde se reflejan las figuras ecuestres de don Quijote y Sancho Panza) por delante del monumento, mirando hacia el inicio de la Gran Vía, se obtiene una perspectiva visual extraordinariamente sugestiva: el edificio de fondo se va desmaterializando conforme asciende en altura hasta comprimirse en un cubo que lo resume y que hace de torreón. Al mismo tiempo el monumento, más ancho en el basamento con las figuras de los personajes de las novelas de Cervantes, va perdiendo masa estrechándose en un obelisco que sostiene en su cima la esfera del mundo.

En esta privilegiada situación, cuando la esfera queda inscrita en el cubo; edificio y monumento se funden en un solo todo: no se sabe bien si el cubo pertenece al monumento, o la esfera al edificio. Cuadrado y círculo, símbolos del poder real. Si a esto añadimos las dos líneas inclinadas que sugiere la forma escalonada del edificio obtendremos la tercera figura geométrica pura que circunscribe a las otras dos en el mismo punto de visión: el triángulo, símbolo del poder divino.

Estamos sin lugar a dudas en un punto mágico de la ciudad; de ahí que el mismo ávidamente buscado por visitantes, sea después prolongadamente celebrado por ellos en dilatadas sesiones fotográficas intentando captar en imagen el espíritu del genio del lugar. Misión imposible, éste sólo es captado por el ojo humano. Hay que ir allí. Si además la visita es en compañía de alguno de tus seres queridos y otros también muy queridos de la nueva familia, el momento deviene de mágico a sublime: ¡Hola! Rosi, Teresa, Salvador, Diana y Miriam. Gracias por una jornada inolvidable.

A ellos y a todos: ¡¡Disfrutad de las imágenes!!


2 comentarios:

  1. fue una visita inolvidable siempre la tendremos en el corazonOS QUEREMOS

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    1. ¡Hola Rosi! La verdad es que el día que nos encontramos apenas tuvimos tiempo de conocernos; apenas una corta conversación y luego nosotros nos quedamos en Madrid y vosotros marchasteis a Calafell, pero os faltó tiempo para querer vernos: sólo un par de semanas. No estábamos acostumbrados a eso y nos distéis, aparte de una gran alegría, una feliz sorpresa. Después todo fue una fiesta descubriendo Madrid; fiesta que, aunque corta, la vivimos intensamente.
      Gracias Salvador pues muy poca gente me ha valorado tan generosamente como lo hicistes tú en tan corto tiempo. Por mi parte: me tendréis siempre.

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